La población europea está envejeciendo, lo cual ha derivado en que los deterioros cognitivos se han convertido en uno de los desafíos de salud más importantes. Según el Informe Mundial sobre Alzheimer (WHO, 2014), las demencias, incluyendo la enfermedad de Alzheimer, sigue siendo uno de los mayores desafíos de salud globales que nuestra generación está afrontando. El número de personas que viven con demencia en el mundo en 2015 se estima en 46.8 millones. Se espera que alcance 131,5 millones en 2050. Estas cifras enfatizan una situación crítica que necesita gestionarse. Además, podría empeorar para personas que padezcan al tiempo deficiencias cognitivas y Parkinson.
Las personas con demencia, Alzheimer o Parkinson, desean mantener su autonomía, a pesar de las dificultades que afrontan en sus vidas cotidianas, especialmente para cuidar de sí mismos. Los cuidadores también necesitan apoyo en sus tareas cotidianas de apoyo. Según avanza la discapacidad, las familias necesitan dedicar a sus familiares mucho más tiempo, además de esfuerzo mental y físico.
Esta situación plantea un desafío para las autoridades públicas, los representantes políticos y el mundo de los negocios, especialmente en unos tiempos de creciente presión sobre los presupuestos públicos y de demandas crecientes de productos y servicios de salud por parte de las personas mayores. Si esta transición demográfica no se invierte, la sostenibilidad financiera de los sistemas de salud y cuidado será un importante motivo de preocupación pública.